Esta ha sido, sin duda alguna, la experiencia más tierna que he tenido. La repetiría una y otra vez.
La visita que hicimos a la residencia para ancianos "Sanyres". Creo que sólo los niños y las personas mayores te pueden hacer sentir esa dulzura y esa gratitud hacia tu simple presencia.
Esta experiencia la tuvimos gracias a una "prima" mía que en ese momento trabajaba allí. Tengo que decir que aquí los ancianos están sumamente vigilados y bien cuidados. A parte de las salidas que hacen las personas que mejor están, para las que no pueden salir, se organizan actuaciones de todo tipo para hacer sus días más amenos. En esta ocasión nos llamaron porque estaban buscando un grupo de baile y, ¿por qué no? esta vez, dejar a un lado el flamenco para llevarles un poco de baile moderno y sacarles de su rutina.
Escogimos canciones frescas y del veranito las cuales, para nuestra sorpresa, les encantaron. Así que ante tantísimo apoyo, cariño y aplausos, no pudimos decir que no ante las voces de "otra, otra, otra...".
Tengo que confesar que ese día, precisamente yo, estaba muy malita pero de corazón os digo que al entrar allí me curé de todo. Tras la actuación estuvimos un rato con ellos y no hay nada más grande que coger la mano de una persona que, a pesar de ser anciano, sigue teniendo la inocencia y la espontaneidad de un niño.
Después de tanto tiempo, estoy escribiendo esto y sigo teniendo aquella misma sonrisa de plena felicidad en la cara.
Espero que tengamos la oportunidad de volver pronto.

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